Carlos Zamora, el patrón de negocios con chispa
Combina valores que teóricamente debería cumplir cualquier empresario hostelero: hiperactividad en el diseño de modelos nuevos de locales; capacidad para innovar desde el punto de vista conceptual y para convertir en casi ultramoderno lo más clásico y, si se quiere, burgués; reflejos para cambiar formatos en función de la demanda del cliente; sensibilidad para identificar oportunidades en nichos no cubiertos; honestidad a la hora de gestionar sus negocios y, sí, compromiso social.
Si les suenan La Carmencita, Celso y Manolo o De Luz, ya conocen algo de Carlos Zamora Gorbeña (Santander, 1971). Emprendedor, empresario, maître, tabernero, cocinero y patrón de casa de comidas, suma roles, tras haber ‘escrito’ un apabullante currículum, que arranca con potente formación (Centre International de Glion y Culinary Institute of America de Nueva York) y prosigue con su paso por Hotel Lancaster (París); Hotel Villa Magna (Madrid); Bluebird Club (Drupo D&D, de Sir Terence Conran) y Pharmacy (Londres) y Gran Hotel Son Net 5* (Mallorca); aparte de haber sido consultor (Cinco Jotas, Grupo Oter o Hábitat Hoteles, entre otros) y desarrollar parte de su carrera en Grupo VIPS.
Es la historia previa a su ‘era’ actual. Carlos Zamora es artífice con su hermana Lucía (abogada con Másters en Inmigración y Economía Social) del Grupo Deluz & Cía., que arrancó en 2006 con un restaurante abierto en la casa de sus abuelos en Santander. En una década, han sumado De Luz, Días de Sur, El Machi, El Italiano y Tomate, Queso y Jamón, en Santander; y La Carmencita, Celso y Manolo, La Vaquería Montañesa y el nuevo Angélica, en Madrid; aparte del catering Deluz y la gestión del Palacio de Exposiciones y Congresos en la capital cántabra. En el grupo, hay más miembros de la saga Zamora: su madre María Gorbeña y su hermano Pablo, ambos fotógrafos.
Cartas kilométricas, horario ‘non stop’, recuperación de recetas ‘vintage’, red de proveedores con ‘nombre y apellidos’ (cuya actividad productiva contribuyen a sostener económicamente) y preciosos interiorismos, en casas de comidas, tascas y barras recuperadas, en las que generan atmósferas únicas con razonables tíckets medios, mientras dinamizan ciudades y barrios. “Montar negocios con chispa y locales con alma, sitios a los que nosotros iríamos”, definen.
Y, más allá de estos modelos de negocio, rige una rotunda y creíble estrategia social: Personas Cocinando con Sentido, programa creado por la familia Zamora que da empleo a personas con discapacidad intelectual y que, en concreto, garantiza el servicio de menús diarios de comida ecológica en colegios de Santander. “Nacimos sociales. Las empresas de gastronomía deben ser sostenibles socialmente”, sostienen.
Lucía es la abogada que garantiza esta operativa social y empresarial, que el inquieto Carlos ejecuta, mientras viaja, ensaya recetas (con su fiel chef Fausto Alonso) y convierte ideas en locales innovadores y bonitos ‘por dentro y por fuera’. “Hay que rectificar permanentemente el concepto para que el cliente quiera volver”, defiende como regla.
Por Marta Fernández Guadaño