El trabajo de Toño Pérez en el restaurante Atrio (Cáceres), ha hecho de él, en el transcurso de los últimos veinte años, uno de los principales especialistas de nuestro país en el trabajo con el cerdo ibérico. Sus elaboraciones con esta carne, fruto de un exhaustivo conocimiento de este animal que es arte y parte en la cultura gastronómica extremeña, rebosan delicadeza, respeto, elegancia y un saber hacer que parte de la tradición para deslumbrar con su inquebrantable actualidad. Esa capacidad para reconducir las materias primas y recetas de su tierra extremeña hacia la modernidad ha sido y es una de las virtudes principales de este cocinero que se inició en la cocina de forma autodidacta en una capital de provincia que nunca había sido sospechosa de convertirse en punto de referencia para la alta cocina y que gracias a él y a su inseparable José Polo – responsable de todo lo relacionado con el vino y la sala -, ha alcanzado cotas de notoriedad y reconocimiento internacionales como el Premio a la Mejor Carta de Vinos del Mundo que Wine Spectator concedió al restaurante hace un par de años. Toño Pérez y José Polo, Atrio en definitiva, representan de un modo perfecto, hablando de Estados Unidos., la idea del restaurante hecho a sí mismo. Con algún matiz, claro. Toño y José nunca han tenido que cruzar el charco para triunfar y cuentan, además, con una valiosísima herencia: la despensa de Extremadura