Su panorama nacional es más halagüeño que el español (a 12 de marzo. Portugal cuenta con 15.987 infectados. España está en 163.027). Avillez es chef y propietario de una docena de restaurantes tanto en Lisboa (con el biestrellado Belcanto como punta de lanza) como en Oporto y Dubái, donde inauguró el año pasado Tasca. Recluido ahora en casa, “aunque salgo diariamente para supervisar el take way y colaborar con ONG’s en la confección de menús para los más necesitados”, sabe que “la urgencia es sanitaria ahora, pero la cura actual puede terminar con otras vidas más adelante. Si la economía cae mucho, otra mucha gente también puede morir. Por ello, el mayor reto actual de las autoridades es encontrar el equilibrio”, explica uno de los siete biestrellados portugueses. (Portugal no tienen ningún tres estrellas).
Para Avillez, cuando acabe “esta pesadilla” el mundo en general no será el mismo. “Todo puede cambiar, también en la alta gastronomía”, que espera se encamine hacia “volver un poco a lo esencial. Se tratará de hacer una cocina más sostenible para todos los participantes”. El portugués incide en la importancia que tomarán los productos y los productores locales (para los que ha empezado una campaña en Internet reivindicando su importancia), y está seguro “de que cambiaremos los precios y nos replantearemos el lujo. La gente va a buscar cada vez más algo auténtico, primando el contenido al continente”.
A nivel social y cultural, Avillez no quiere “perder rasgos de nuestra cultura como son los besos o los abrazos, pero costará. Fíjate que ya nos parece extraño cuando vemos en la tele a alguien abrazarse, o a dos personas muy juntas. ¿Cómo es posible? El beso, el abrazo, el compartir comida, son cosas que forman parte de nuestra cultura, y el gran reto es que vuelvan. Tengo esperanza que estas partes malas que ha comportado el virus se reviertan en un año o dos, y que lo que nos ha hecho mejorar permanezca. Tenemos que llegar, por todo esto, a una cultura con menos ego, que nos apoyemos entre todos”.