Begoña Rodrigo

 

lrodriguez
octubre 25, 2018

Sensatez y naturalidad

Pocos profesionales de gastronomía viven la cocina con la pasión que la vive Begoña Rodrigo. Y esa pasión la ha vivido en cuerpo y alma desde el primer momento que decidió decantarse por ella. Begoña es temperamental por naturaleza, consciente de lo mucho que le ha costado llegar a una élite que sin duda se merece gracias a su trabajo, a su sacrificio, y sobre todo a la capacidad de adaptación que ha tenido a lo largo de su trayectoria. Sus inicios no fueron fáciles, y tuvo que buscar en el extranjero una formación que encontró en países como Holanda o Inglaterra, antes de volver a España. Es posible que ese carácter nómada que tuvo en sus inicios calara muy hondo en su sensibilidad personal, pues a dos locales suyos los ha bautizado con ese nombre. Tras su fugaz paso por La Sucursal en la época de Vicente Torres, decidió abrir su propio establecimiento, al que le dio el nombre de La Salita, buscando con un nombre tan familiar la forma de agasajar y cuidar a sus clientes cómo si de su propia casa se tratara. Y así ha sido a lo largo de estos algo más de 14 años que lleva abierto. En sus inicios, encontrábamos en sus creaciones un exceso de mensaje; abusaba en demasía de productos, los cuales generaban un sinfín de sabores y un exceso de contrastes. Sensaciones que poco a poco fueron desapareciendo, dando paso a una cocina más sensitiva y de una profunda reflexión. Y en esa profunda evolución en la que se encuentra inmersa Begoña, vemos que la meditación nos depara platos juiciosos, de buen gusto, cuidada estética, de sabores nítidos y sabrosos. En la edición pasada de Madrid Fusión, tuve la suerte de presentar su taller, en el que realizó un trabajo con vegetales a los que les había quitado previamente su propia agua, ganando en sabor y textura. Un trabajo meditado que ha dado pie a crear nuevos platos y trasmitir nuevas sensaciones. Si hay otra virtud a destacar en Begoña es la inquietud cómo forma de desarrollarse y cómo crecimiento profesional, y esa inquietud nos lleva a esa constante evolución que hace de sus platos, de su cocina, encontrando siempre en ella contraste, equilibrio, intensidad y refinamiento. Y el menú de este año está repleto de todas estas sensaciones, las cuales nos hace disfrutar de manera conmovedora y constante. Sensaciones que encontramos a lo largo de su nuevo menú y que ella denomina ‘La Rodrigo’. En este nuevo menú vemos cómo la cocina de proximidad, del entorno, está muy vinculada a sus platos. Incluir elaboraciones típica valencianas como son los encurtidos (elaboraciones basada en una vinagreta), los vegetales de la huerta o los salazones es notable. Y en estos nuevos conceptos, consigue una nueva actualización de la cocina valenciana. Una nueva línea en la que no pueden faltar la anguila, el conejo o el embutido de su Xirivella natal, y que hay que reconocer que Begoña trabaja con una gran meditación, lógica y juicio. Pedro G. Mocholí