Carmelo Bosque
CARMELO BOSQUE
Vocación, entusiasmo, entrega, dedicación. Carmelo Bosque (una estrella Michelin, dos soles Repsol) reúne todas esas cualidades… y muchas más.
Hace casi dos décadas, acudí al recién inaugurado restaurante Lillas Pastia, ubicado en el Casino de Huesca. No era la primera vez que visitaba ese precioso edificio modernista, pero sí la primera que tomaba contacto con la cocina de este maestro de los platos auténticos, refinados, confeccionados con la precisión de un cirujano.
Nada más degustar las primeras creaciones que salieron a la mesa, comprendí que Carmelo iba a llegar a donde ya hace bastantes años se ha afianzado. Con el paso de los años, ha ido perfeccionando su trabajo, basado en la meticulosidad, la autenticidad, el producto de proximidad, el uso de las mejores materias primas (puede parecer una frase manida, pero en este caso es la auténtica realidad). Si alguien duda, no tiene más que visitar su restaurante y comprobarlo. En la época de trufas, de las setas, de la caza, del tomate… Saborear un jugoso gigot trinchado en mesa, como en muy pocos restaurantes se puede hacer, un arroz con trufas (incluso de verano), un rape noisette con royal de azafrán, un pollo a la chilindrón para chuparse los dedos, un estofado de toro de lidia o los golosos postres que recuerdan… y casi siempre superan, a los mejores que he podido disfrutar en los grandes establecimientos franceses.
Carmelo Bosque nació en el Somontano de Huesca y nunca olvidó sus raíces. Al contrario, ha ido empapándose de su tierra, de sus sabores, de algo difícil de definir. Para comprenderlo, podríamos citar a Massimo Bottura, el gran chef de la Toscana; nada más traspasar la entrada de la Osteria Francescana, no solamente entramos en un gran restaurante… abrimos de par en par las puertas de la Toscana. Con Carmelo Bosque sucede lo mismo: visitar Lillas Pastia es introducirse en el corazón de su natal Somontano, en el Pirineo aragonés, en la magia de esa provincia diferente de cualquier otro territorio.
Pero aquí no termina la historia: cerca de Huesca, en el Castillo de San Luis, Carmelo oficia los menús de muchas de las bodas que se celebran en esa villa. Y en Zaragoza regenta dos establecimientos de renombre: La Granada, en plena “city” de la capital del Ebro, y el restaurante Quema, ubicado en los bajos del Museo Pablo Serrano, insuflando creatividad y modernidad a la cocina zaragozana. Y si la meteorología es benigna, poder disfrutar de su terraza, situada en la última planta de ese ecléctico edificio, atalaya desde la cual se domina toda la ciudad y en días claros divisar su Pirineo.
Por Eduardo Bueso
Foto: Pedro Montaner