agarcia
noviembre 23, 2018
Elena Lucas
Nieta de cocinera y pescador e hija de hosteleros, Elena Lucas se crió entre fogones y supo desde siempre que lo suyo sería trasegar con las ollas y las sartenes. Por eso se formó en la Escuela de Superior de Hostelería de Castilla y León antes de regresar al local familiar, el restaurante La Lobita, en el pueblo de Navaleno, al pie del monte homónimo que se contempla desde la ventana de su comedor.
Y una vez allí, se dedicó a hacer lo que mejor sabía: Cocinar. Cierto es que no lo hizo sola. A su lado han estado siempre sus padres y, por supuesto, su pareja, Diego Muñoz. Él se ocupa de la sala y los vinos con conocimiento, unas maneras impecables y una profesionalidad extrema, lo que explica en buena medida que una propuesta tan avanzada como la de Elena goce de una acogida y comprensión tan amplias en un rincón rural de la comarca soriana de Pinares.
Porque lo que ofrece Elena no es lo que uno esperaría en un local como el suyo. Ni mucho menos. La cocinera de La Lobita elabora una cocina de temporada con una carta muy dinámica, siempre pegada a lo que el entorno natural ofrece, pero muy avanzada en lo técnico y estilizada en las presentaciones. Por momentos, arriesgada, aunque siempre repleta de autenticidad en el contenido.
Sus propuestas nos invitan, de hecho, a pasear por esa Soria de campos extensos, bosques animados y montes solitarios. Es una experta en el trabajo con las setas y las trufas, que poco a poco van cincelando una personalidad singular en la gastronomía soriana, y que adquieren un brillo especial en sus menús de primavera y otoño (a estas alturas todo un acontecimiento ya, entre los aficionados a la cocina de la zona). Pero no solo es eso. También colabora con elaboradores artesanos de su entorno, para llevar a la mesa los sabores que configuran el entorno que la ha envuelto desde siempre. Ella es, y se siente, una cocinera de su tierra.
Mucho que ofrecer y una inmensa trayectoria por delante; bagaje consolidado, autenticidad en el ADN culinario y buenas dosis de atrevimiento son, en definitiva, los rasgos que mejor pueden servirnos para entender a una cocinera cuyo ascenso a la celebridad micheliniana pilló a todo el mundo por sorpresa en su momento –La Lobita fue el primer restaurante de Soria con una estrella en la guía turística francesa-, pero que desde entonces ha demostrado con creces su valía.
Por Miguel Ángel Rincón