Nino Redruello
Nino Redruello
Acaba de cumplir los 40 y muchos siguen refiriéndose a él como “ese joven chef”. Y creo que puede ser debido a la energía y las ganas que transmite, siempre inventando, siempre creando nuevos proyectos. De alguna manera, parece que los demás nos vamos haciendo mayores mientras él se mantiene como hace años, posiblemente porque lleva desde los 15 haciendo lo que más le gusta: cocinar.
Al principio, en el restaurante de su familia: La Ancha, que hoy en día dirige junto a su hermano; después, aprendiendo de los más grandes, como Luis Irízar, Juan Mari Arzak, Salvador Gallego, Hilario Arbelaitz, Martin Berasategui, Ferran Adrià... De ellos obtiene todo un bagaje de conocimientos que complementa con la experiencia que le da trabajar en restaurantes como Lindsay House, en Londres, o Abacanto, en Bérgamo, Italia.
Finalizada la etapa de formación, lo aprendido había que ponerlo en práctica y en el 2005 decide emprender su propio camino con Las Tortillas de Gabino, un restaurante en el que mezcla la tradición de la cocina de siempre, aprendida con su familia, y la técnica de los mejores chefs que fueron sus maestros.
Por si esto fuera poco, en 2009 llegaría La Gabinoteca, donde Nino deja volar su imaginación en un local con un buen producto, con platos muy imaginativos y un ambiente muy joven y desenfadado. Incluso llegó a abrir una sucursal de este restaurante en Atenas, aunque esa aventura duró poco tiempo.
En 2015 se cruza en su camino todo un personaje: Patxi Zumárraga, que desde ese momento lo acompañará como fiel escudero en todas sus aventuras.
La gran personalidad que Nino plasma en su cocina hizo que Rafa Nadal, Pau Gasol y Enrique Iglesias, entre otros socios, lo ficharan como director gastronómico de su restaurante Tatel, en el cual todavía ejerce como asesor, al igual que lo hace en otros, como el zaragozano Garbo.
Y por último, Fismuler: el proyecto más transgresor y en el que Nino, junto con su socio Patxi Zumárraga, ha puesto en marcha su restaurante ideal. Nino es meticuloso y creativo. Se preocupa por mejorar su cocina día a día y en Fismuler (que ahora también tiene sucursal en Barcelona) da un giro y fija su objetivo en los países nórdicos, en la nueva cocina que ensalza la materia prima más sana y natural, con muchas más verduras y menos fritos; mucho producto del entorno.
Como el propio Nino Redruello me cuenta: “Tenemos más sueños que ganas, tiempo y fuerza, pero algo más haremos...”. Y estoy convencido, porque su Peter Pan sigue latiendo en su interior con fuerza.
Por Alberto Granados